
1915. La Sabiduría que viene de lo alto (EDITADA) 326g1a
Descripción de 1915. La Sabiduría que viene de lo alto (EDITADA) 1374a
Meditación sobre el Don de Sabiduría en el décimo día del Decenario al Espíritu Santo. Comentario de la narración de los Hechos de los Apóstoles sobre la venida del Espíritu Santo. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 6a483t
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.
Te adoro con profunda irreverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, esposa del Espíritu Santo, San José, mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.
Hemos meditado los dones y nos falta uno, que es como la suma y el ceniz de todos, el don de sabiduría. Este don hace que los misterios conocidos por el entendimiento, por el don de entendimiento y por nuestra mente sean objeto del amor purísimo, de la luz increada que el Espíritu Santo pone en nuestra alma. Y el amor, lejos de ser ciego, como dice el refrán, que no tiene ninguna razón, el amor no es ciego, bueno, tiene razón en un sentido, pero el enamoramiento se refiere. Pero el amor es agudísimo, es perspicaz, descubre cualidades y detalles invisibles para el puro razonar.
Aquella monja contemplativa que decía, es tan agudo el Señor, es tan agudo el Espíritu Santo, con su don de sabiduría, que es un don de puro amor, nos da como una capacidad de entender y saborear de una manera nueva lo que ya sabíamos por el entendimiento. Es una clara noticia, como decía San Juan de la Cruz, acogida en el corazón, que lleva a amar lo entendido y a entender mucho más aquello que se ama.
Y no sólo eso, sino que este don da como una facilidad para captar todas las verdades como relacionadas entre sí y con la vida espiritual. Para captar todo lo que nos pasa en relación a Dios, de quien procedemos y a quien nos dirigimos. Y por tanto, permite juzgar con acierto de toda la fe y de la conducta. O sea, es como un gusto, un gusto para las cosas de Dios, decía Santo Tomás.
Que nos hace sabios. Es que no se puede explicar de otra manera. Nos hace sabios, profundamente sabios. No una sabiduría de pacotilla, sino profundamente sabios.
Decía una persona, es que siento como bocanadas de amor de Dios.
Bueno, pues esas bocanadas de amor de Dios que nos llevan a ver la vida de otro modo, más profundo y más en conexión con Dios, pues eso es.
No es la sabiduría humana, por tanto, sino la sabiduría divina. Viene de Dios.
Es un don divino y exquisito, el más alto que podemos aspirar. Por eso, fijaros, el elogio que el libro de la sabiduría, y todo un libro en la Biblia dedicado a la sabiduría, pues dice este libro, existen...
Bueno, el libro de la sabiduría habla mucho de la sabiduría, pero en otras partes también, por ejemplo, en el libro de Job, y esta cita es del libro de Job.
Allí se dice, existen minas de plata, lugares donde el oro se refina, el hierro se extrae de la tierra, el bronce de la roca fundida, pero ¿dónde se encuentra la sabiduría? No se encuentra en la tierra de los vivos.
Dice el océano, no está en mí. Responde el mar, no está conmigo.
No puede adquirirse con oro ni comprarse a peso de plata. Muerte y abismo confiesan, de oídas conocemos su fama. Sólo Dios encontró su camino. Él llegó a descubrir su morada. Sólo Dios tiene esta sabiduría de la que venimos hablando. Una sabiduría que te imploramos con todas nuestras fuerzas, Espíritu Santo, si algo hemos hecho bien, si algo te ha agradado en nosotros, concédenos por favor el don de sabiduría, que tanta luz, tanto calor infunde en el alma. Me acuerdo una vez un sacerdote que me decía que en una determinada la hora apostólica donde él estaba ayudando, pues que en aquel año habían cosechado muchos fracasos, no éxitos, sino fracasos.
Y entonces me decía, pero no te creas, me han hecho, me ha hecho más sabio.
Este es el don de sabiduría. He aprendido mucho de esos fracasos. A veces recuerdo también otra persona que me contaba que le había dado este consejo un día.
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