
Descripción de T4.26. Reflexiones personales 4t4p3w
Dirigir un pódcast en solitario no es un hobby. Es un acto de resistencia. Este mes de junio termina la cuarta temporada de No te quedarás atrás, un proyecto que he sostenido sola durante años: sin financiación, sin equipo, sin garantías. Cada semana, detrás del micrófono, hay una mujer que investiga, escribe, graba, edita, produce y difunde. Esta temporada ha sido la más exigente, no solo por la carga de trabajo, sino por lo que significa narrar lo invisible: el cuidado, la exclusión, la salud mental, la discapacidad intelectual. He conversado con mujeres increíbles, con profesionales comprometidos, con personas que saben que contar bien también es justicia. El legado de esta temporada, y de las anteriores, está ahí: 127 episodios, cerca de 80 horas de conversación, de historias que nos atraviesan a todos. Si crees que necesitamos otra forma de narrar la #diferencia, los #cuidados, la #vida… escúchalo. Compártelo. Llévalo a tu equipo, a tu aula, a tu entorno. Porque cuando la discapacidad intelectual cruza tu camino —y puede pasar—, ojalá te encuentre más consciente, más humano, más preparado. Gracias por estar ahí. Este pódcast también es vuestro. *Me podéis seguir en: -Web: https://lolaariasramiro.com / https://www.notequedarasatras.com/ -Instagram: @lola_arias_ramiro y @notequedarasatras -Linkedin: https://www.linkedin.com/in/lolaariasramiro -YouTube:https://www.youtube.com/@notequedarásatrás 6e1s6o
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hola, me llamo Lola Arias y hoy, como cualquier otro día, no nos quedaremos atrás.
Muy buenos días, tardes o noches a quienes me estáis escuchando.
Este final de temporada me siento agotada.
Dirigir y conducir un podcast sola, semana tras semana, sin red ni garantías, es algo que desgasta.
La cuarta temporada de No te quedarás atrás ha sido probablemente la más dura.
Tras de cada episodio hay una mujer, yo, que lo piensa, lo escribe, lo graba, lo edita, lo publica y lo comparte.
Y lo hace sola.
Sin patrocinio, sin financiación, sin equipo.
Solo con la convicción de que esto importa.
Sostener un podcast semanal en estas condiciones es agotador.
No por falta de amor al proyecto, eso no me falta.
Sino porque empujar algo así sin respaldo es como remar a contracorriente en un río que no sabes bien hacia dónde te lleva.
Mientras escribo los guiones, mientras coordino a los invitados, mientras me pongo delante del micrófono, siento que la espada de Damocles pende sobre mi cabeza.
¿Podré seguir? ¿Llegaré al final o tendré que parar justo cuando empezaba a sonar más fuerte? Y lo cierto es que no sé si habrá una quinta temporada, o si podré convertir en libros los manuscritos que esperan en el cajón, o si podré sostener los costes infinitos de este proyecto.
Es difícil escribir esto sin que se me haga un nudo en la garganta.
Me cuesta itirlo, pero sería injusto fingir que todo va bien.
Llevo cinco años construyendo este proyecto con una mezcla de fe, intuición y tesón.
Y en ese esfuerzo invisible también están mis tres hijos.
Una casa que se mueve como puede.
La maternidad que no entiende de temporadas.
Y mi cuerpo que a veces grita por descanso.
Porque no hablo sólo del cansancio físico, hablo del desgaste emocional que supone sostener la vida, la tuya y la de los demás, sin dejar de crear, de producir, de contar.
Hay algo muy solitario en construir un universo así sin estructura alrededor, sin equipo, sin alguien que afine contigo que te diga esto vale, esto merece llegar más lejos.
Como dice mi amiga Silvia, también necesito que alguien vea con nitidez lo que hay aquí.
Porque esto no es un hobby, no es una ocurrencia, es un acto de resistencia y de comunicación.
Y es una apuesta profunda por otra forma de narrar la vida, la discapacidad, el cuidado, la diferencia.
Y aunque no sé qué decisión tomaré, tengo la certeza de que este viaje ha valido la pena.
Porque en cada episodio hablé de mí, sí, pero también de muchas otras.
Hablé de la desigualdad en los cuidados, de la exclusión que sigue condicionando la vida de las personas con discapacidad intelectual, de la carga mental que arrastramos muchas madres cuidadoras y de cómo la salud mental, en lugar de ser un derecho garantizado, sigue siendo un privilegio al alcance de pocos.
A lo largo de esta temporada me di cuenta de algo importante.
Que cada historia compartida, por pequeña que parezca, puede convertirse en un hilo.
Y que cuando esos hilos se entrelazan se teje una red.
Una red que acoge, que comprende, que sostiene.
Una red para quienes se creían solos.
Una red que tal vez también me sostuvo a mí.
Y al final, eso es lo que intento construir con este podcast, con este proyecto.
Un lugar donde las experiencias individuales se transformen en fuerza colectiva.
Un espacio donde podamos conversar sin juicio, sin filtros y resistir juntos al olvido.
Entrevisté a Melissa Tulla, periodista, madre, mujer valiente que no se cansa de contar lo que otros no quieren ver.
Esa charla que dentro de poco saldrá a la luz fue un espejo.
Hablamos de medios, de etiquetas, de justicia narrativa, de lo invisible y de cómo contarlo sin simplificarlo.
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