4x09 Georgina Higueras 4q271a

Yo no quería ser periodista en España. Yo quería ser periodista porque me daba alas. Yo todo lo que he querido ser era siempre cosas que me dieran alas.

Entonces pues no intenté meterme en el periodismo en España porque yo lo que hacía era leer, leer, leer, pero del mundo en general. O sea, mis lecturas eran siempre de conocimiento, de aprender otra nueva cultura, de tal... Siempre fue así.

La Asociación de la Prensa de Madrid presenta Maestras del Periodismo Testigos de nuestra historia Georgina Higueras nace en Sigüenza, Guadalajara, en 1955 Siempre, siempre, siempre en mi casa estaba el ABC. O sea, yo nací con el ABC en casa y luego, por ejemplo, la familia de mi madre, mi abuelo era abogado, vivía aquí en Madrid, era de Madrid, mi madre era de Madrid y en casa de mi abuelo yo he visto todos los periódicos. O sea, mi abuelo era consumidor de periódicos, tenía el Informaciones, El Pueblo, el ABC, bueno La Hoja del Lunes...

O sea, yo eso cuando venía a casa de mi abuelo era siempre todos los periódicos aparte del que siempre había, el que siempre estaba en casa que era el ABC. En realidad mi vocación no era de periodista, mi vocación era de irme, de descubrir el mundo. Yo quise ser marino de guerra, me vine aquí al Ministerio de Marina, no me dejaron ni cruzar la puerta, me dijeron que estaba loca, que a dónde iba, era todavía época franquista, las mujeres no podían entrar en la Marina, yo quería ser...

Bueno, dejé de estudiar en Cuarto Irreválida, hice un año de azafata, quería ser... O sea, yo lo que quería era volar, descubrir el mundo, entonces en esas cosas pensé en ser diplomático pero entonces había que hacerlo con derecho o con... el otro era política, entonces no me dejaron hacerlo con política porque pensaban que al día siguiente me iban a meter en Chirona porque yo no era una persona para estudiar políticas todavía en el periodo en el que estábamos.

Entonces se opusieron, me mandaron a que me enterara de lo que era el derecho con mi abuelo, que me encerró cinco días en su despacho y yo juré que ni viva ni muerta sería abogado. Entonces pues otra vez dejé de estudiar un año, me puse a estudiar idiomas, a enredar por Madrid y tal, y en esas pues siempre tenía la madre de una amiga que decía, hay que ver tú siempre enterándote de todo y muy curiosa, tú tenías que ser periodista y de pronto dije bueno pues si no soy, si no soy, si no soy diplomático quiero ser corresponsal de guerra, pues voy a estudiar periodismo y así fue la cosa.

Georgina Higueras estudia periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Son los años de la transición. La facultad era un caos total y absoluto, luego estaban los grises, cada dos por tres teníamos que estar corriendo por el campo, había gente que quería cargarse el régimen franquista desde la biblioteca de la facultad, allí todos encerrados, entonces en fin fue un periodo, fue un periodo alucinante, fue un periodo fantástico que tenías que ir pues eso, corriendo delante de los grises con el carnet en la boca, que tenías que estar muy atenta a todo lo que pasaba, que era un mundo, tuve la sensación ahí de que aprendía poco o nada o menos, porque era lo que hacíamos, lo que aprendías era vivir, disfrutar del tiempo universitario, pero se aprendía poco.

En realidad yo me fui después ya en cuarto, en cuarto me parece que fue, que fue la revolución de los claveles en Portugal y entonces yo hice también ahí un estudio de la, era el cuarto gobierno constitucional, que era el gobierno de Potapinto, era la política internacional de Potapinto, porque yo ya ya se había abierto la posibilidad de hacer diplomático con otras carreras, entonces yo ya me seguía orientando a mi posibilidad de ser diplomático, cuando terminé la carrera quise irme a hacer un curso de, un máster de política internacional al Calston Institute, que era el mejor en Canadá, entonces me dijeron que tenía que esperar un año, esperar un año aquello, pues no me parecía a mí que eso podía ser y como tenía siempre la pasión por China desde que me regalaron el I Ching, que tenía entonces 16 años,