Actualidad Semanal +D. Semana 23/2025 3lo19

Buenos días a todos, hoy es domingo 8 de junio, valientes del parquet, gladiadores del IBEX y otros domadores de la volatilidad, bienvenidos una semana más a otra dosis de cobertura financiera en un mundo que cada vez tiene menos. Como siempre este es el podcast actualidad semanal de Más Dividendos, muchas gracias por prestarnos vuestra atención y por tener en cuenta que todo lo que estamos compartiendo aquí no ha de ser la base para ningún tipo de toma de decisiones financieras o de cualquier otro calibre, nuestro único propósito es entretener, informar y aprender haciendo esto.

Como siempre agradecemos donativos a través de Patreon o sobre todo que expandáis el alcance de este podcast compartiéndolo con vuestros conocidos, amigos e incluso enemigos y también si nos dejáis comentarios o valoraciones pues sobre todo si son de cinco estrellas si creéis que lo merecemos nos ayuda muchísimo.

Bueno hoy vamos a desgranar un guión que parece escrito por una mezcla entre David Lynch, los hermanos Cohen y un becario de la Reserva Federal con ilimitado a Twitter. Si la semana pasada pensabais que las cosas estaban moviditas, los de estos últimos días ha sido para comprar palomitas King Size y no levantarse del sofá.

Hemos tenido intriga palaciega, batallas de egos con consecuencias multimillonarias y señales económicas tan contradictorias que harían que un camaleón tuviera una crisis de identidad. Así que agarraos fuerte porque despegamos. ¿Por dónde vamos a empezar en medio de todo este caos? Pues bueno, el epicentro del seísmo, el choque de titanes, la telenovela que ha tenido en vela a Wall Street, la monumental bronca entre el presidente Donald Trump y el mesías de la tecnología Elon Musk.

Esto amigos no ha sido una simple discusión, ha sido el espectáculo más caro del mundo, una performance que le ha costado a los accionistas de Tesla en un solo día la friolera de 152 mil millones de dólares de capitalización bursátil. Repito para que se asimile la cifra, 152 mil millones de dólares, el PIB de un país pequeño evaporado por un cruce de zaskas en redes sociales.

Todo empezó como suelen empezar estas cosas, por una cuestión de poder y dinero. Un nuevo y polémico paquete fiscal bautizado con el rimbombante nombre de One Beautiful Bill que a Musk le pareció una abominación repugnante y claro Elon que no es de los que se muerden la lengua lo dijo bien alto, Trump desde su púlpito digital respondió con la sutileza de un elefante en una cacharrería amenazando con revisar y potencialmente cancelar los miles de millones en subsidios y contratos gubernamentales que reciben las empresas de Musk, principalmente SpaceX. La escalada fue digna de un guión de Hollywood culminando con Musk soltando la bomba de que el nombre de Trump aparecía en los famosos archivos de Jeffrey Epstein, una jugada de alto riesgo que hizo temblar los cimientos del mercado.

La acción de Tesla se desplomó un 14% en una sola jornada, el mayor batacazo de su historia en términos de valor absoluto. El pánico se apoderó de los inversores y aquí es donde la cosa se pone interesante si miramos más allá del titular. El análisis del volumen de negociación nos cuenta una historia fascinante, el día de la gran caída el volumen se disparó a más de 275 millones de acciones, eso amigos no es el pequeño inversor asustado vendiendo sus cuatro títulos, eso es olor a napalm por la mañana, esos son los grandes fondos, los inversores institucionales corriendo hacia la salida de emergencia. Y es que Tesla siempre ha sido un animal peculiar en el zoo de Wall Street, una empresa con una valoración estratosférica aupada por una legión de inversores minoristas que ven a Musk casi como una figura de culto pero que a la vez generó un escepticismo considerable entre los grandes gestores.

La propiedad institucional de Tesla ronda el 49%, una cifra relativamente baja si la comparamos con otros gigantes del Magnificent Seven como Microsoft, Apple o Nvidia donde los institucionales superan el 60% o incluso el 70%, esto la convierte en una acción extraordinariamente sensible al sentimiento a los titulares y a los vaivenes emocionales de su CEO, el más vulnerable a un drama tuitero que sus pares tecnológicos. La pelea parece haberse enfriado con ambos protagonistas guardando las espalas pero el daño reputacional y la incertidumbre legislativa ya están ahí.

Sobre la mesa está la posible eliminación de créditos fiscales para vehículos eléctricos lo que podría mermar los beneficios de Tesla en unos 1.200 millones de dólares anuales según los analistas de JP Morgan y no sólo eso, otro proyecto de ley busca bloquear la prohibición de vender coches de combustión en California para 2035 lo que le restaría otros 2.000 millones de ingresos netos a la compañía, en total más de la mitad de los beneficios de Tesla podrían estar en jaque por decisiones políticas. Y los problemas para Musk no acaban en el capitorio, los disgustos le llueven por todas partes, en New Jersey la autoridad de autopistas ha decidido no renovar el contrato de Tesla y va a retirar 64 de sus supercargadores de la Tarm Pike, una de las vías más transitadas del país, para sustituirlos por cargadores universales de otra compañía. Musk, como no, tuiteó que suena a corrupción pero la realidad no.