
Las bombas atómicas de la Biblia - Un artículo de Javier Sierra - EDENEX - 1j2a37
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¿Y si las escrituras sagradas escondieran el relato de una guerra nuclear en la antigüedad? En este fascinante artículo, Javier Sierra se adentra en una hipótesis tan provocadora como inquietante: la posibilidad de que la destrucción de Sodoma y Gomorra, descrita en el Génesis, no fuera un castigo divino simbólico, sino el eco de un cataclismo atómico ocurrido hace milenios. Apoyándose en estudios arqueológicos recientes, textos sagrados de la India y las palabras del propio Oppenheimer tras la primera detonación nuclear, Sierra conecta antiguos mitos con armas de destrucción masiva, dioses que bajan del cielo en naves imposibles y ciudades vitrificadas por calor extremo. Una investigación que nos obliga a replantearnos si la historia de la humanidad ha sido más tecnológica —y aterradora— de lo que creemos… ¿Advertencias del pasado o simples coincidencias? Tú decides. https://www.edenex.es 1e576y
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Las bombas atómicas de la Biblia. Me he convertido en muerte, en destructor de mundos. Hace unos días caí en la cuenta de algo perturbador. Tenía que preparar una intervención para el programa Cuarto Milenio sobre el episodio bíblico de la destrucción de Sodoma y Gomorra, el que narra el capítulo 19 del Génesis, cuando un pequeño detalle me hizo saltar del sofá. Las escrituras cuentan que dos enviados de Yahvé se acercan a casa de Lot para advertirle de que la región va a ser devastada.
Describen sus esfuerzos por encontrar algunos hombres justos que les permitan aplacar la ira de Dios. Pero ante la imposibilidad de dar con uno solo, ordenan a Lot y a su familia que abandonen el lugar. No miréis atrás, les advierten. Entonces ocurre lo imposible. Cuando creen estar a salvo y comienza a llover azufre y fuego del cielo, la esposa de Lot se vuelve para contemplar la destrucción y perece en el acto, convirtiéndose en estatua de sal.
Fue el profesor de matemáticas Matías Agreste, un reputado científico bielorruso de los tiempos de la URSS, el primero que argumentó que ese cuento no es sino la metáfora de un ataque nuclear. Agreste sabía que la región en la que ocurrió coincide con el actual Mar Muerto, una de las latitudes más estériles de la Tierra. Como el incidente tuvo lugar hace más de 3.000 años, sugirió que Yahvé y sus emisarios debieron ser visitantes muy avanzados, quizá de otro planeta, que por alguna razón quisieron castigar a Oriente Medio.
Pero no fue ese el detalle que me inquietó. Lo perturbador iba más allá del texto, y tiene que ver con nuestra geopolítica. El moderno Israel posee hoy el tipo de armas que podrían replicar una destrucción así. Son sólo nueve las naciones que disponen de arsenal nuclear en el mundo, y curiosamente un tercio de ellas cuentan, como Israel, con mitos antiquísimos que hablan de armas de destrucción masiva. ¿Coincidencia? Un caso elocuente es el de India.
Sus textos más antiguos son los Vedas, el saber. Se estima que tienen 5.000 años, y en ellos pueden seguirse las aventuras de héroes y dioses. En el Mahabharata, en el Bajabad Purana y en el Ramayana, se describe cómo sus divinidades se desplazaban a bordo de vimanas o naves voladoras. Entre los 100.000 versos del primer título se encuentran hasta 40, y un pasajes en los que se las dibuja al detalle.
Son vehículos que flotan gracias a un combustible destilado del mercurio, que generan un sonido armónico al desplazarse y que en ocasiones transportan armas terribles. A una la llaman la maza de Bhima, que es capaz de incendiar el viento y de dejar los campos estériles. Otra es la Gandiva, una flecha que destroza ejércitos enteros y que termina llevando al héroe Arjuna a implorar a Krishna que no la use jamás. Fue su lectura la que inspiró las palabras del físico Robert Oppenheimer cuando logró la primera detonación atómica en Los Álamos.
Me he convertido en muerte, en destructor de mundos, dijo. El padre de la bomba nuclear. Acababa de leerlas en el Bajabad Gita. Pero, ¿de verdad alguien desencadenó horrores atómicos en un pasado remoto? En septiembre de 2021, un equipo de 20 científicos de la Universidad Southwest Trinity de Nuevo México publicó en los Scientific Reports de la revista Nature un informe de 64 páginas con los resultados de las 15 campañas arqueológicas que habían conducido al sur del Mar Muerto. En territorio de Jordania, a sólo 50 kilómetros de Amman,
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