Cuarto Milenio: La línea Maginot 4e1o56

Esto me ha agobiado un montón, porque es que no quepo.

Tengo que ir... No me puedo dar la vuelta.

Me van a meter en estos sitios.

Pues sí, es la voz del gran Nacho Navarro.

Grande, porque ahí, en ese espacio, se queda casi atrapado, nos podría pasar a cualquiera, pura claustrofobia.

Y es que, a veces, nuestras historias milenarias no solo son imagen, ni mucho menos la voz, el eco, expresa todo.

Por eso... Y vaya eco, es un poco de preocupación, don Nacho.

Buenas noches. Muy buenas noches.

¿Qué? Bueno, mira, no podía avanzar, entonces, decidí retroceder.

Es de las experiencias, para mí, más claustrofóbicas que he tenido.

Porque, de pronto...

Es un poco de pesadilla claustrofóbica, perecer ahí, ¿eh? Pero es... Primero, es la humedad, es el olor, es la temperatura...

Porque es que decidimos irnos a la mayor red de búnkeres de la historia.

Esto es una megaconstrucción.

Mira, de la época...

Ahora que se habla nuestro amigo Martín Barsaski del refugio nuclear en Argentina, tal, tal...

La línea Maginot, le decían, inútil en la Última Guerra, la segunda, será muy eficaz en caso de conflicto atómico.

Todos hemos oído la línea Maginot.

Pero ¿qué tiene que ver con este miedo, no?, del tema nuclear? Habría que explicar. ¿Dónde estás? Bueno, es mítica.

Realmente, la línea Maginot es una línea que se crea a finales de la Primera Guerra Mundial, la cantidad de muertos que hay tanto en Francia como en Alemania, y esa separación que se busca para evitar mayores confrontaciones.

Se hace como una línea exacta desde la zona de Italia hacia la zona que estaríamos en el Canal de la Mancha, y allí lo que se busca es en unos 800 kilómetros de construcción, más de 1.300 con esos sorpenteantes subterráneos, pero nunca va a servir para nada.

O sea, eso es, yo creo que es el símbolo de la falsa seguridad que puede tener un país.

Se invierte prácticamente la economía de Francia.

Estamos hablando que el coste son más de 7.000 millones de francos de la época.

Entonces ellos dicen, bueno, yo creo esta especie de muro, por lo cual me relajo muro para adentro.

Francia está más tranquila, se puede poco a poco restaurar, pero, claro, de pronto viene ese ataque alemán con la Guerra Relámpago, que es una de las proezas, como en seis meses, empiezan en Polonia, van por el norte de Europa, y de pronto acceden por la zona, la única zona que estaba más débil de toda la línea Machinot, por ahí entran... Por el Talón de Aquiles, ¿no? Absoluto, había una zona boscosa, donde decían los mariscales ses que estos bosques frondosos era imposible que los panzer accediesen.

Claro, ¿qué hicieron los alemanes? Tenían falsos señuelos para estar un poco entretenidos, esos ses, en la zona sur, que estaría muy fortificada, y entonces entran por el norte en cinco días, pisan suelo francés hasta que toman la capital de París.

Es una cicatriz de las guerras europeas, clarísimas, pero, Nacho, antes... Vamos ya, vamos ya, pero el asunto es, ¿hay una zona que se ha descentado para que el público vea en plan memoria histórica? Sí. Pero tú no vas a esa zona.

No, es el mayor recorrido que queda a día de hoy de la propia línea Machinot.

Estamos en la zona de Luxemburgo, por debajo cruzamos a tres países, hacemos Francia, Luxemburgo y Alemania, por zona de subsuelo.

Claro, yo llego allí, ya había conversado, fue bastante complicado, hemos sido el primer equipo que ha entrado de televisión allí dentro, y fuimos a una zona que ellos nos dijeron, hace décadas que no entramos hasta allí, hay una puerta blindada que no hemos abierto.

Dice, incluso uno de los guías nunca había accedido allí.

Esa puerta blindada, que la abren con una especie de ganchos, accede a la línea primigenia, y la sensación que tienes es brutal, ya no es claustrofóbica, es que es una ciudad subterránea.

Vamos a verlo, Nacho, vamos a verlo.

Llegamos a Beckring anoche, y hoy hemos quedado aquí.