
Descripción de La espantosa muerte de Julia h165s
Julia era una niña que un mal día apareció muerta, asesinada de manera muy agresiva. El descubrimiento del asesino, y lo que de este se derivó, causaron una gran sorpresa en la época. Esta es la historia. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1649521 431da
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
CRIMENES Y CRIMINALES, LUIS MARTÍNEZ VALLES 7 de julio de 1912 Un solar abandonado a la altura del número 31968 de la Tercera Avenida, en el barrio de Bronx, en Nueva York, aparece, desnudo y mutilado, el cuerpo de la niña Julia Connors, hace tan solo 12 años. Tiene 41 heridas en su cuerpo. Todas han sido realizadas por una especie de punzón. Un hombre descubre el cuerpo de la niña, que todavía tenía algo de vida, y estaba cubierta por un viejo mantel o una sábana vieja. Le preguntó quién la había atacado.
La niña solo pudo decir dos palabras. Un hombre. Fue trasladada al hospital de Foram, pero ya no había forma de salvarle la vida. No había ninguna opción. Julia era una niña de 12 años que en ese momento estaba ilusionada con recibir la confirmación en la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria. Su padre, Edward Connors, había estado buscándola durante un buen rato en Crotona Park. Él había ido a la comisaría de Tremont, donde intentó denunciar su desaparición a las 8 de la tarde del sábado 6 de julio.
Según contó Edward, el teniente Joseph McMahon le dijo, no tengo a nadie para ocuparse del caso. Tendrá que buscarla usted mismo.
Ahí los rumores surgen, como los que decían que un individuo de aspecto extranjero, pelo canoso, ojos muy oscuros y penetrantes, había estado mirando por allí por el barrio el último mes. Decían, quizá entre cuentos de vecinos que ofrecía dulces a los niños, dinero para que fueran con él. Florence, una amiga de Julia, comentó que la había visto en compañía de un hombre que tenía para ella aspecto italiano y barba desaliñada.
La policía empezó a buscar a lo que se llamó en un primer momento un extranjero de bigote negro. Hubo algunas agresiones a personas italianas y algunos armenios que tenían bigote. Quizá pensaban que podían ser sospechosos. El capitán Sam Price, de la unidad de detectives del Bronx, dijo bien claro, se han perdido 48 horas de investigación.
El caso es que resulta que… ¿Por qué dijo eso? Florence Maltz, aquella amiga de Julia, se lo había inventado todo. Había incluso detenido a hombres que tenían ese bigote moreno. Fueron puestos en libertad. Dos días. Gracias a la gracia de una niña. Quizá quería su protagonismo. El caso es que la investigación siguió. La policía, sin embargo, no dejó de intentarlo.
Y en estas investigaciones topan con una familia, con los Swartz. Resulta que esta familia vivía muy cerca, en un piso compartido cerca de donde había aparecido el cuerpo de Julia. Resulta que esta familia se había ido muy rápidamente de la zona cuando se encontró el cuerpo de la niña. Demasiado llamativo. Demasiado sorpresivo.
Además, investigando un poco, se dan cuenta que uno de los hijos de Samuel Swartz, Nathan, que es aficionado al boxeo, había sido puesto en libertad condicional hace medio año. Había estado recluido 18 meses en Heritage Land por atacar en Harlem a una niña de 13 años.
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