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Curiosidades de la Historia National Geographic
Europa sobre ruedas: la locura por los patines en el siglo XIX

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23/5/2025 · 08:51
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Curiosidades de la Historia National Geographic

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En la década de 1870 se abrieron miles de salas para que la gente practicara un nuevo deporte: el patinaje sobre ruedas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/715166 2s1r5b

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Hoy hablaremos de la fiebre de los patines en el siglo XIX. El ser humano ha patinado sobre el hielo desde tiempos inmemoriales. De hecho se han encontrado rudimentarias hojas de patín hechas con huesos de mamut que se remontan al Paleolítico Superior. Pero los patines sobre ruedas son un invento reciente.

Su desarrollo no se inició hasta el siglo XIX y a finales de esa centuria el patinaje sobre ruedas se había convertido en una moda que había conquistado a todo el mundo, tal como describía el semanario francés La Vie Parisienne en 1876. ¡Qué alegría dejar de sentirse pesados, pegados a la tierra! El mayor placer del patinaje es librarse de los obstáculos.

Tradicionalmente la primera aparición pública de los patines sobre ruedas se sitúa a mediados del siglo XVIII, en una de las veladas para la alta sociedad londinense organizadas por Teresa Cornelis en su mansión del aristocrático barrio londinense de Soho. Uno de sus invitados, el inventor holandés John Joseph Merlin, decidió sorprender a los presentes tocando el violín mientras se deslizaba sobre unos patines de ruedas metálicas fijadas a la suela por una tablilla de madera. Al parecer las miradas de iración pronto se tornaron en horror cuando Merlin, incapaz de frenar, acabó estrellándose contra un valioso espejo que quedó hecho añicos.

En 1819 el francés Petit Bleu patentó sus patines. Constaban de una suela de madera y de unas correas para fijarla con comodidad al pie. Tenían tres ruedas colocadas en fila que podían ser de madera, metal o marfil, pero lo que los hizo realmente innovadores fue un taco agarrado a los talones mediante un tornillo que permitía frenar. Aunque esta incorporación representó un enorme avance, los patines aún eran difíciles de manejar y se necesitaba un gran espacio de maniobra ya que sólo se podían trazar curvas muy amplias. Jean Garcin, un famoso patinador sobre hielo francés, creó unos patines más evolucionados.

Cansado de tener que esperar la llegada de la temporada de frío para volver a practicar su deporte, en 1828 Garcin inventó un tipo de patines, bautizados como Syngard, un anagrama de su nombre, que se ataban a los tobillos limitando así los esguinces y torceduras. En 1848 el parisino Louis Legrand presentó un prototipo con las ruedas colocadas en una cuchilla similar a la del patinaje sobre hielo. Un modelo para mujeres con ruedas dobles compensaba la fragilidad de sus tobillos. Pese a las limitaciones de estos modelos, los patines alcanzaron gran popularidad en muy poco tiempo. En 1824 la prensa destacaba que los dos espacios públicos donde se patina desde la mañana a la noche, en Burdeos, no son suficientes.

También proliferaron las escuelas que enseñaban las bases del patinaje sobre ruedas. La primera se abrió en 1823 en el número 6 de Wilmington Street, en Londres, en una pista de tenis sin usar. Al año siguiente se abrió en una en Burdeos y más adelante otra en París. En 1828 Garcin inauguró su propia academia donde enseñaba a patinar con los singers. Finalmente fue un mecánico norteamericano James Leonard Plimpton quien creó el modelo de patines que hoy conocemos. Cuando su médico le aconsejó practicar el patinaje sobre hielo, aprovechó sus conocimientos de mecánica para inventar un sistema de cuatro cuchillas paralelas colocadas de dos en dos en la suela de la bota que giraban según la inclinación del pie.

Este mecanismo tuvo poco éxito sobre el hielo pero aplicado a los patines sobre ruedas cambió el mundo del patinaje. Las cuatro ruedas dispuestas en dos ejes paralelos aumentaban la estabilidad del patinador y le permitían realizar suavemente giros y otras maniobras. En 1863 patentó sus patines que tuvieron un éxito inmediato. Al poco puso en marcha su propia fábrica y se abrieron varios Skating Rings, pistas dedicadas exclusivamente al patinaje sobre ruedas.

Para sacar el máximo rendimiento económico a su invento, Plimpton se aseguró de que sus patines no pudieran ser comprados por los particulares sino que se vendían sólo a los propietarios de las pistas de patinaje que después los alquilaban a sus clientes. Pero el inventor fue más allá inaugurando decenas de Skating Rings, pistas de patinaje, primero en Estados Unidos y luego en Europa, en cuyas grandes ciudades se multiplicaron estas instalaciones durante la década de 1870. En 1876 Londres contaba con más de 60 salas con pistas de cemento a la vez.

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