FELICIDAD 1c2w7

Conan, ¿qué es lo mejor de la vida? Aplastar enemigos, verles destrozados y oír el lamento de sus mujeres.

¿Lo habéis oído? Eso está bien.

David, lo vamos a lograr.

Por vez primera, algo inaudito, tres temporadas llevamos compartiendo al mundo negruda, sombra, lo torcido, lo deforme, lo horroroso.

El día a día de la familia. Totalmente.

Y esta vez nos hemos dicho.

Yo, la verdad, que he dormido poco.

Bueno, no nos hemos dicho, lo has dicho tú y ahora mismo tienes que pagar por tus palabras.

Exactamente, pero he venido mermado física y psíquicamente y nada más y nada menos que vamos a hablar de felicidad.

O sea, hemos dicho, vamos a hacer un programa luminoso.

¿Verdad? Lleno de luz.

Bueno, esa es la intención inicial, pero ya se sabe que luego las cosas se tuercen.

Como debe ser.

Yo no vengo especialmente animoso para hablar de felicidad, porque, bueno...

Siempre hay que tener un poco ese gesto, esa sonrisa de asco civilizatorio, que es como los labios torcidos, un poco.

¿No? Así, como de...

Como en ictus, ¿no? Sí, como un efecto ictus, un poco, ¿no? Pues felicidad. ¿Y por qué hemos elegido felicidad? Claro, nos hemos metido en un berenjen al grande.

Bueno, nos has metido tú. Sí, bueno, sí, pero vamos...

Quiero que quede claro desde el principio.

No me hago responsable de lo que va a salir del programa de hoy.

Vamos a intentarlo. Sí, lo lograremos.

Felicidad. Yo cuando...

Lo de la felicidad, que es un tema. ¿Qué es el tema? Es el gran tema. Es el gran tema.

Realmente es de nuestra vida.

La sensación... Tú no tienes la sensación continuamente.

Ya no solamente el Yes, we can, que luego no fue así.

Ya no solamente es el de saldremos mejor durante la pandemia, que luego no fue así.

Nos exigen, nos obligan prácticamente a ser felices.

Y muchas veces yo digo, yo no quiero ser feliz.

Yo sí quiero ser feliz.

Y seguramente los oyentes nos entenderán.

Yo no quiero ser feliz.

En el fondo, sí quiero ser feliz, pero no quiero ser feliz.

No quiero vuestra idea de felicidad.

Nos está quedando clarísima tu tesis.

Esa idea de felicidad, esa presión absoluta de ser felices.

Y yo empiezo con una provocación.

Voy a empezar con una provocación.

Creo que sí, que es posible ser feliz.

La gente dice, no es posible. Sí, es posible ser feliz.

Debemos serlo. Debemos serlo.

Incluso cuando no veamos salida a la explotación.

Incluso cuando el fascismo se extiende por el mundo.

Incluso sabiendo toda esa información que tenemos, ese conocimiento de las atrocidades que suceden en la franja de gas en tantos sitios.

Podemos ser felices y debemos ser felices.

Y creo que el negarnos el ser felices tiene que ver con una cosa que en nuestro contexto, en nuestro marco, nos define, nos condiciona y lo llevamos a cuestas como una mochila muy pesada.

Y tenemos que continuamente desaprenderlo.

Incluso sabiendo, a pesar de que somos optimistas, que somos un poco optimistas raros.

¿Por qué? Porque sabemos que está todo perdido.

Pero somos optimistas, sí.

Porque creo que nos negamos el ser felices.

Y muchas veces, de manera inconsciente, esa negación de decir, sí, sí, puedo ser feliz, a pesar de todo esto que estamos diciendo, muchas veces es una tradición heredada, es una herencia de una educación, ya sea directa o indirecta.

Esa idea del catolicismo del sacrificio.

Del catolicismo y de otra herencia de donde venimos nosotros, creo, que es la izquierda.

La izquierda te dice que continuamente no se puede ser feliz porque ¿cómo vamos a ser felices si todavía no hemos cambiado el mundo? Y creo que la izquierda todavía no ha respondido a esas grandes preguntas.

A la gran pregunta, explica o habla de las causas de la explotación, de la infelicidad, pero no tiene un programa para ser feliz.

Vale.

No sé si me he liado un poco.

A ver, hay una cosa que a mí siempre me ha llamado la atención, de cómo se utiliza el término felicidad como sinónimo de ignorancia o de estupidez.

Estos memes que circulan mucho por Internet, que siempre se le atribuyen a Albert Einstein o a Pablo Coelho, con frases como el optimismo o la felicidad, pues eso, es la pura ignorancia.

¿Cómo puedes vivir feliz sabiendo la de injusticias que te rodean? Bueno, esa comentario colonial, compasivo, ricachón de Ayuso visitando Ecuador diciendo que ha enterado que hablan nuestra propia lengua y solo le falta decir que tienen tan poco pero son tan felices.

Claro, y eso ocurre mucho con el turismo a los países del llamado tercer mundo, cuando sobre todo los occidentales se van de vacaciones a la India o a países que están imbuidos de un misticismo.

Todo este tema de la pornomiseria, que van allí y dicen que son tan felices que tampoco hace falta apenas nada.

Pero todo este concepto del optimismo como un reflejo de vivir en la ignorancia, de que para ser feliz tienes que ser ajeno a lo que te rodea.

Hay un personaje, creo recordar, que se llamaba Cifra, que sale en la película de Matrix, que es el personaje que traiciona a los rebeldes de Matrix.

Porque desea comer carne real.

Eso es.

Él está dispuesto a traicionar su propia humanidad y volver a vivir en esa ignorancia.