
Descripción de Grazalemía Cándido Gutiérrez Nieto 323848
De la observación de Grazalema y sus gentes, Cándido ha encontrado inspiración para regalarnos dos bellas composiciones dedicadas a los hombres y a las mujeres de Grazalema en su espacio Grazalemía, La Píldora Poética de Cándido Gutiérrez Nieto. k2b5f
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Grazalemía, la píldora poética de Cándido Gutiérrez Nieto, los jueves en Radio Grazalema.
Pues también estrena Grazalemía, la píldora poética de Cándido Gutiérrez Nieto, los Cándido Gutiérrez Nieto, este mes de junio. Vamos a saludarle ya. Cándido, muy buenos días.
Buenos días, Grazalema. Buenos días, Paqui.
Cándido, ¿qué nos traes para ir entrando en este mes de junio desde tu Grazalemía? Pues mira, hoy voy a presentar dos poemas descriptivos sobre dos imágenes comunes en muchos lugares de Andalucía y que observé siempre en Grazalema. Y hablan las dos imágenes de las costumbres de mujeres y de hombres de nuestros pueblos. Se trata de instantáneas de unos y otros que, aunque no pueden generalizarse, definen formas de comportarse desde hace mucho tiempo, desde antiguo.
En las mujeres, ¿quién nos reconoce la imagen de dos mujeres hablando largamente en una esquina o en el quicio de una puerta? Lo que hacen en estas tertulias seguramente sea contarse noticias o cosas que necesitan compartir y rememorar. Cosas quizás sencillas, vinculadas a la salud, domésticas, del día a día o de lo extraordinario de la vida. Pues sobre las mujeres, abuelas y madres, las de otro tiempo, y creo que también las de hoy, el poema sobre las mujeres dice así.
En el quicio de la puerta, estatuas, pentinelas o guardianes, unas vecinas se encuentran puntuales.
Nadie sabe si van o vienen de la compra, los recados o una visita, o es el ocio necesario.
Ya sea luz de invierno frío y blanco, otoño de hoja caduca y de llovizna, o primaveral balcón de flores, allí persisten en el rojo mentidero como puntual diario de la calle.
Su verbo, en su pespunte, es un descenso por un reloj de sol que toma la luz medida en cuadratura de la sombra que invade a esas horas la fachada. Un templo, el quicio de la puerta, es del noticiario que, al son de las campanas, deshoja la vida como páginas y repasa con cadencia el calendario. Como espejo de letanías cotidianas, allí se ajusta al día a día de este pueblo y, con esmerado detalle, se va pasando revista a la rutina.
En el caso de los hombres, el poema trata de algo más específico, ya que siempre los hombres del pueblo, la mayoría, su única fortuna fue y sigue siendo la fuerza de sus brazos. Aquellos llamados en otros tiempos braceros se concentraban en la plaza u otro lugar para ver si les salía algún trabajo temporero. Como vestigio de aquellos hábitos, hoy hay la costumbre en Grazalema y también en muchos pueblos de estar en la plaza.
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