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Suelos: tipos, características y cómo cuidarlos para una agricultura sostenible

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7/6/2025 · 05:20
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Hoy hablaremos de un tema vital para la producción agrícola y para la vida misma: los suelos. 5w7062

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Hoy hablaremos de un tema vital para la producción agrícola y para la vida misma, los suelos.

A menudo damos por sentado que la tierra estará allí, lista para sembrar, pero la verdad es que el suelo es un recurso vivo, delicado y no renovable en escalas humanas. De su calidad depende que nuestras plantas crezcan sanas, que los cultivos sean productivos y que los ecosistemas rurales se mantengan en equilibrio. En este episodio exploraremos los tipos de suelos, sus características y cómo cuidarlos para garantizar una agricultura más sostenible.

Tipos de suelos y sus principales características.

Primero nos encontramos con el suelo arenoso. Este suelo está formado por partículas grandes y sueltas, tiene buena aireación y un drenaje rápido, lo que hace ideal para cultivos que no toleran el exceso de agua, como la zanahoria o el maní. Sin embargo, no retiene bien los nutrientes, por lo que requiere fertilización constante y prácticas que aumenten la materia orgánica. Luego nos encontramos con el suelo arcilloso. Contiene partículas finas y compactas, tiene gran capacidad para retener agua y nutrientes, pero puede presentar problemas de encharcamiento o compactación.

Es útil para cultivos como el arroz, pero requiere manejo cuidadoso para evitar la pérdida de estructura. El siguiente que veremos es el suelo limoso. Es un suelo intermedio, con una textura suave y buena capacidad para retener agua y nutrientes. Es fértil, pero puede erosionarse fácilmente si no se protege con cobertura vegetal. Se adapta bien a cultivos como papa, remolacha y hortalizas. Y por último nos encontramos con el suelo franco, considerado el ideal para la agricultura. Es una mezcla equilibrada de arena, limo y arcilla, tiene buena aireación y buen drenaje, y una excelente capacidad para retener nutrientes.

Es fértil y fácil de trabajar, por eso es el preferido en la mayoría de sistemas agrícolas.

Dato curioso, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, formar un centímetro de suelo fértil puede tardar entre 100 y 1.000 años, dependiendo del clima y las condiciones del entorno. Así de valioso es este recurso. ¿Cómo cuidar el suelo para una agricultura sostenible? Primero, rotación de cultivos. Cambiar los cultivos en cada temporada evita el agotamiento de nutrientes específicos y reduce la presencia de plagas y enfermedades.

Por ejemplo, alternar leguminosas con cereales ayuda a enriquecer el suelo con nitrógeno.

Segundo, uso de abonos orgánicos. Aplicar compost, estiércol o abonos verdes mejora la estructura del suelo, aumenta la biodiversidad microbiana y aporta nutrientes de forma natural. Además, reduce la dependencia de fertilizantes químicos.

Tercero, no labranza o labranza mínima. Evitar remover el suelo constantemente ayuda a conservar la capa superior fértil, previene la erosión y protege la vida del suelo, como lombrices y microorganismos beneficiosos. Cuarto, cobertura vegetal. Mantener cubierto el suelo con residuos vegetales o cultivos de cobertura evita la erosión, reduce la evaporación del agua y mantiene el suelo fresco y activo. Quinto, control del riego. Regar con eficiencia evita la lixiviación de nutrientes y la compactación del suelo. El riego por goteo, por ejemplo, es una práctica sostenible que reduce el desperdicio de agua.

Dato curioso, una cucharadita de suelo sano puede contener más organismos vivos que toda la población humana del planeta. Entre bacterias, hongos, protozoos y nematodos forman una red vital para el equilibrio de los cultivos. Suelo y sostenibilidad agrícola El suelo no es solo una base para sembrar, es un ecosistema completo lleno de vida. Su buena salud es esencial para que la agricultura sea sostenible.

Cuando lo degradamos con malas prácticas como el uso excesivo de agroquímicos o la deforestación, perdemos productividad y también afectamos la seguridad alimentaria. Un suelo sano aumenta la resistencia de los cultivos al cambio climático, mejora la calidad de los alimentos, reduce la necesidad de pesticidas y fertilizantes químicos y capta carbono ayudando a mitigar el cambio climático.

Dato curioso, en Colombia más del 40% de los suelos presenta algún grado de degradación por mal manejo, según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, por eso es urgente implementar prácticas regenerativas. Cuidar el suelo no es una opción, es una necesidad. Sin suelo, no hay vida.

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