Gabriel Sivak + Mutinho - Restos Diurnos 13c2t

Les cuento que Mutiño y Gabriel Sivak hicieron este single que se llama Quem Sabe.

Y bueno, la verdad que en ese abrazo latinoamericano vamos a hablar, por supuesto, de música, de influencia, de trayectoria.

Y como lo tenemos a Gabriel y lo tenemos a Mutiño del otro lado, le damos la bienvenida. ¿Cómo están? Muy bien.

Muy bien, Juan. Un placer estar acá hablando contigo.

Conmigo, yo también. Mucho placer, de todo mio.

Cuéntenme, ¿cómo surge la chispa, el interés por juntarse, por armar esta canción? Y de paso, me adelanto un poquitito, tal vez, a partir de este tema, ¿qué sale de ahí? ¿Qué se proyecta para todo esto? Todo fue una suma de casualidades. Hubo un accidente también, porque yo lo iba a conocer a Mutiño en el año 2018.

Yo había ido a grabar a San Pablo con Toquiño, que fue socio de Mutiño durante muchísimos años.

Hicieron un montón de canciones hermosas juntos.

Y yo tenía una grabación con Toquiño, que es una persona muy simpática, pero bastante impuntual.

Y ese día llegó al estudio como cinco horas tarde, porque tuvo un problema.

No me acuerdo, llegó tardísimo, y yo me tenía que encontrar con Mutiño en el lugar donde Mutiño trabaja, tocando, que es un lugar llamado Bareto.

Entonces, muy avergonzado, llamé a su amigo Wagner Amorosino y le tuve que explicar la situación.

Le pedí mil disculpas a Mutiño, pero estoy acá en el estudio y no me puedo ir, porque Toquiño acaba de llegar y no vamos a terminar nunca.

Bueno, así que el primer encuentro fue fallido por esta situación, y la revancha fue cuatro años más tarde, después de un viaje por el Amazonas, donde estuve viviendo con los indios cuicuros, para hacer una pieza para la Orquesta Sinfónica.

Y ahí me acordé en el camino, yo pasaba del Amazonas por San Pablo y después para Buenos Aires.

Y ahí me acordé que a ver si podemos intentar encontrarnos con Mutiño de nuevo.

Y el azar hizo también las cosas, que en el Airbnb donde yo paraba, había un piano, de casualidad, cuando llegué había un piano en el living, y la propietaria había sido amiga de Mutiño en la infancia, y no se veían hacía muchísimos años, Silencio.

Hablé con Wagner y me dijo, sí, a Mutiño le encantaría encontrarte, y ahí nos encontramos en un café.

Yo en realidad conocía su obra muy bien, la conocía, conocía un montón de canciones de él.

Toquiño me había hablado siempre muy bien de él, me había hablado maravillosamente bien, como diciendo que era un socio musical excelente, un gran melodista, y conocía muy bien muchísimas canciones, algunas incluso olvidadas, un poco en la historia de la música popular brasileña, y otras muy famosas, como Escravo de Alegría, Ocaderno.

Turbillón, que va a llegar, y la música de Tenorio, Lembranza.

Lembranza, y hay una canción que me parece muy linda de ellos que se llama Amor Ateu, que es una canción más de los años principios de los 2000, canciones que, digamos, Toquiño es una persona que tiene un catálogo de canciones muy grandes, y él como que después redujo su repertorio en vivo a unas 20, 30 canciones que casi siempre toca ese repertorio.

Pero hay muchas canciones buenísimas que quedaron un poco olvidadas porque él no las siguió tocando, y que yo las conocía muy bien, ¿no? Entre ellas Amor Ateu.

Entonces mi acercamiento fue desde la iración por Mutiño por todas esas canciones que yo conocía, y bueno, nos encontramos en un bar en San Pablo, y estaba el piano arriba, y yo le dije, si querés subimos y te muestro unas ideas que tengo, y bueno, ahí empezó todo, y yo después le mandé, desde Madrid, porque estuve un año viviendo en Madrid, le mandé la música por WhatsApp, y ahí él me contestó un tiempo después, y agregó una segunda parte a la música que le mandé, y a partir de ahí fuimos trabajando y corrigiendo detalles de toda la estructura, y ahí aparece en escena un personaje también muy importante para esta colaboración, fueron dos en realidad para mí, uno es Luis Daquino, que es un productor brasilero que vive en París, que produjo la canción, que puso el estudio de grabación y el sello discográfico, y Wagner Amorosino, que nos ayudó un montón también con toda la parte de mandar la música y eso, y después nuestro parceiro, nuestro socio, Aldo Brizzi, director de orquesta italiano, que trabajó mucho con Gilberto Gil, y que conocía bien a Mutinho y lo respetaba mucho, Aldo escribió el texto cuando la música ya terminó.