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El equipo ascensor, así se conoció a la Real en los años 30 y 40 porque, en esa época, acumuló cuatro descensos a Segunda y otros cuatro regresos a Primera División... ¡y eso que la competición estuvo tres años parada por la Guerra Civil! Esa condición acabó en la temporada 1948-49, con un ascenso logrado en un partido de lo más peculiar: contra el filial del Valencia, el Mestalla, en un escenario distinto del habitual porque el primer equipo jugaba en casa a la misma hora y con el respaldo de los aficionados del Levante, pues se jugó en su campo. 5i1j5h
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Bienvenidos a Corazón Churiurdín, un podcast en el que escucharéis historias sobre la historia de la Real Sociedad.
Soy Juan Rodríguez Villán. ¡Arrancamos! ¿Quién le iba a decir a la Real Sociedad que el final de sus años como equipo ascensor llegaría en un partido tan plagado de anécdotas? Empecemos por esa denominación, la del equipo ascensor.
El conjunto churiurdín se la ganó a pulso entre 1935 y 1948, porque en esos años, en los que además el fútbol se paró en España durante tres años por la Guerra Civil, la Real vivió cuatro descensos a segunda división y otros tantos ascensos de vuelta a primera.
Cuando la Real subió al final de la temporada 1948-49, vivió el mayor periodo de estabilidad en la élite de toda su historia hasta aquel momento.
Pero para llegar hasta allí hubo que firmar ese cuarto ascenso del que hablábamos.
En segunda había dos plazas de ascenso directo, y a la última jornada llegaron empatados tres equipos, la propia Real Sociedad, que era líder, el Málaga y el Granada. Los tres tenían 24 puntos.
El equipo granadino, el único que jugaba en casa ese último partido, era el que necesitaba un fallo de alguno de sus dos rivales para poder lograr el ascenso.
La primera anécdota del partido llegó por el rival de la Real, el Mestalla, filial del Valencia, al que debía visitar en tierras levantinas.
Lo curioso estuvo en que la federación obligó a que todos los partidos de primera y segunda división de esa jornada se jugaran a la misma hora, las cinco de la tarde del 17 de abril de 1949.
Eso en condiciones normales no es ningún problema, pero resulta que el Valencia también jugaba en casa en la última jornada, y tenía opciones de ganar el título de liga, aunque dependía de una derrota del Barcelona en casa ante el español, por lo que hubo que buscar un escenario alternativo para ese Mestalla-Real Sociedad.
Y ese escenario tuvo su importancia. Se escogió el Estadio de Vallejo, el campo en el que el Levante jugó sus partidos hasta 1968.
¿Y eso qué supone en el partido de la Real? Pues que con la afición valencianista volcada en el partido de su primer equipo, la mayoría de los aficionados que se acercaron a ver el partido de Mestalla eran seguidores del Levante, que no dudaron en ponerse del lado del equipo chirurdín jaleando cada falta que pitaba el árbitro en contra del filial de sus vecinos.
El Mestalla, por cierto, era el único de los rivales de los contendientes por el ascenso que tenía algo en juego aquel día.
Entre el filial y el Badalona debía salir el equipo que caía a la promoción por la permanencia, con ventaja para el Mestalla de un punto. Ganando, eliminaba toda opción de descender, pero si no lo hacía tenía que mirar de reojo lo que hiciera el conjunto catalán en su visita al Sporting de Gijón.
Y aunque tenían mucho en juego, algunos jugadores del filial dijeron en los días previos que tenían ganas de amargar el ascenso a la Real por la derrota que sufrieron en Atocha en la primera vuelta.
La Real acusó los nervios en la primera mitad y no jugó bien. De hecho, el Mestalla tuvo las mejores ocasiones de marcar en los primeros 45 minutos, pero el primer gol fue Chururdín, al filo del descanso. Castivia puso un buen balón a Caeiro, que marcó de cabeza el 0-1.
Con esa ventaja en el marcador, los nervios desaparecieron y el dominio del juego en la segunda mitad por parte del equipo chururdín fue evidente.
Aún así, el segundo gol, el de la tranquilidad, tardó en llegar.
No fue hasta el minuto 70, cuando Gómez Bravo asistió a Castivia para que éste marcara a placer.
El tercer gol y la sentencia definitiva del partido llegó cinco minutos más tarde.
El segundo, que ya fue expulsado en la primera vuelta, agredió por la espalda a Pérez dentro del área y el árbitro del encuentro, Álvarez Peláez, señaló el punto de penalti.
Alsúa lo marcó, 0-3, pero ese gol provocó una tangana colosal.
Fuertes agredió a Alsúa en su celebración con tanta violencia que no pudo acabar el partido.
El árbitro, que ya se había dado la vuelta, no vio nada, pero sí el resto del equipo chururdín que fue a defender a su compañero caído.
Tuvieron que intervenir las fuerzas de seguridad para que las aguas volvieran a su cauce y se jugaran los minutos restantes.
Minutos en los que, por cierto, Fuertes, jugador que tendría que haber sido expulsado, anotó el 1-3 definitivo.
Era ya el minuto 86 y el triunfo chururdín tampoco corría a peligro.
La jornada finalmente no deparó cambio alguno en la clasificación. Ganaron los tres de arriba con marcadores claros.
Al 1-3 de la Real respondió el Málaga ganando 1-5 al Racing de Ferrol y el Granada, que se quedó con la miel en los labios, con un 3-0 al Girona.
Y, por abajo, la derrota del Mestalla no tuvo efecto alguno, porque el Badalona también perdió en Gijón por 5-3.
Así se escribió la historia del regreso de la Real a Primera en 1949. Así se escribió la historia del partido que supuso el fin del equipo ascensor.
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