
Quince Días Que Reconstruyeron Más Que Paredes_ La Resiliencia de Nivín Tras El Niño 5t6m54
Descripción de Quince Días Que Reconstruyeron Más Que Paredes_ La Resiliencia de Nivín Tras El Niño 6q3c1r
En referencia a la intervención de Voluntarios de Fundación Telefónica el 2017 luego del desastre del Niño Costero. Una breve crónica de esta gran experiencia en la Escuela de Nivín, Casma, Perú. 19673g
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Bienvenida o bienvenido a este Deep Dive. Hoy nos metemos de lleno en un caso muy concreto, la reconstrucción de una escuela en Nibín, en Perú.
Esto fue después del desastre del niño costero de 2017.
Vamos a ver qué papel jugó allí el programa Vacaciones Solidarias Internacionales, de Fundación Telefónica. Tenemos un informe bastante detallado sobre esta iniciativa, esa es nuestra fuente principal, y la misión, bueno, creo que es entender cómo un programa de voluntariado corporativo, que además duró sólo 15 días. Sí, poquísimo tiempo, la verdad. Exacto, cómo en tan poco tiempo se pudo marcar una diferencia tan grande.
No sólo reparando paredes, que también, sino ayudando a sanar, a fortalecer a la comunidad. Vamos a intentar desgranar qué hizo que funcionara. Primero, a ver, pongámonos en situación. El niño costero de 2017, tremendo en Perú. Son esos deslizamientos de lodo, piedras, terribles. Las cifras son, bueno, casi 300.000 desplazados, más de 1.500 escuelas afectadas en todo el país.
Una barbaridad. Y Nibín, el pueblo del que hablamos, lo sufrió de forma muy directa. Sí, la escuela quedó inundada, muy dañada, y no sólo eso, un tercio de las casas del pueblo, destruidas, campos de cultivo enteros, sepultados. Un panorama desolador, sí. Y justo en ese momento, con la escuela intentando, pues, levantarse literalmente del barro, es cuando llegan estos 15 voluntarios de Vacaciones Solidarias.
Que no era algo improvisado, ¿verdad? El programa ya tenía su recorrido. Para nada. Es un programa global de fundación telefónica, con años de trayectoria. Empleados que dedican días de sus vacaciones a proyectos en Latinoamérica y muy enfocados, además, en temas de vulnerabilidad social y digital. O sea, que sabían a lo que iban, digamos.
Vale, llegan ahí esos 15 voluntarios, 15 días. ¿Y qué hicieron exactamente? Porque el tiempo es limitado. Pues hicieron bastante, la verdad. Las fuentes describen una mezcla. Por un lado, lo obvio y necesario, la ayuda práctica. Manos a la obra, ¿no? Exacto. Lijar, pintar, dibujar, adecentar la escuela, devolverle un poco de color.
Pero hicieron más cosas, cierto. No sólo fue trabajo físico. Sí, y eso es, yo creo, lo interesante. Combinaron esa ayuda con apoyo educativo y lúdico para los niños.
Ah, qué bien. Leer cuentos, organizar juegos, incluso cuentan la anécdota de un voluntario al que los niños casi sepultan en abrazos. Eso te da una idea del ambiente. Ya me imagino. Crear un poco de normalidad. Y además, dos cosas con visión de futuro. Crearon una huerta ecológica, pensando en sostenibilidad.
Interesante. Y algo que a mí me llama mucho la atención. Organizaron un simulacro de huaico. Un simulacro. A ver, detengámonos ahí. Porque reparar, jugar, está muy bien, es necesario. Pero preparar para el próximo desastre, eso ya es otro nivel. Totalmente. Eso nos dice mucho. Nos dice que la intervención no se quedó sólo en la ayuda inmediata, en reparar el daño pasado.
Buscaba fortalecer lo que llamamos la resiliencia institucional. Preparar a la escuela. Claro. Esto conecta directamente con marcos internacionales de seguridad escolar, que no sólo miran el edificio, sino también el bienestar, la preparación. El famoso reconstruir mejor, ¿no? Exacto. Aplicar ese concepto. Y no podemos olvidar el efecto anímico.
Ver a gente de fuera, de una empresa grande, implicándose, eso seguro que dio un subidón de moral a la comunidad que estaría destrozada. Tiene todo el sentido.
Porque claro, más allá de los edificios están los niños. Y sabemos, por otras fuentes, que los desastres dejan secuelas. Miedo, ansiedad. Fundamental. Ese es un punto plabe. Y aquí el programa yo creo tuvo un doble impacto muy potente. ¿Doble impacto? Sí. Por un lado el pedagógico, claro. Restaurar la escuela era vital para volver a la rutina, a las clases. El espacio físico importa. Ya. Pero quizá el impacto emocional fue incluso más profundo en ese momento concreto.
Todas esas actividades lúdicas, la cercanía de los voluntarios, esa sensación de normalidad recuperada. Todo eso actúa como una especie de, bueno, de andamio emocional, ¿sabes? Me gusta esa idea. Andamio emocional. Ayuda a los niños a procesar lo que han vivido, a recuperar la confianza. La educación en situaciones de emergencia es en sí misma una forma de protección psicológica. Es terapia.
Entiendo. Esto resanza algo que también mencionan las fuentes. La importancia de las alianzas. Sin duda. Parece evidente que nadie puede solo en una crisis así. Ni el Estado, ni las ONGs, ni la propia comunidad. Se necesita colaboración.
Efectivamente. Y aquí es donde el voluntariado corporativo, si está bien enfocado como parece este caso, aporta muchísimo. Aporta gente, habilidades, recursos y un dinamismo diferente. Y no sólo beneficia a quienes no lo son.
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